Friday 27 April 2007

Despedida (ella)

Finalmente habíamos decidido ir andando a la estación. No por nada, quizás por alargar la despedida un poco más. La excusa era que la estación estaba cerca de casa y que la maleta no pesaba demasiado. De hecho era yo quien llevaba la maleta y no él, pese a su oferta. Pero también era yo quien se iba y le dejaba, no al revés, así que aunque fuera simbólicamente a mí me correspondía llevar el peso. Sólo me llevaba lo imprescindible, el resto se quedaba metido en cajas con aquellas grandes pegatinas con la nueva dirección. Él se había encargado de rotular todo, como si temiera perder mis señas y, por si acaso, intentara aprendérselas de memoria.

En los últimos días habíamos estado los dos muy solícitos el uno con el otro, más que de costumbre, de tal forma que cuando no estábamos discutiendo una vez más, apurábamos los últimos instantes conscientes de que aquello se acababa. Ahora, mientras que caminábamos en silencio, podía sentir como él me apretaba la mano de vez en cuando, sin ninguna razón aparente.
Supongo que a él también se le estarían pasando por la cabeza muchas de las cosas ocurridas en los últimos meses, demasiadas tal vez como para pretender no rendirse al dolor de la despedida.
Nunca me había imaginado que todo acabaría así, pero era la mejor opción. El cariño no me bastaba para mantenernos juntos y no podía pedirle prestado parte de su amor, por grande que fuera no bastaba para llenar mis huecos. Y tampoco bastaba con que él me quisiera mucho, además hay que saber amar y en ese campo él había demostrado repetidamente su inexperiencia. Él todavía no lo entendía, pero con el tiempo se daría cuenta de todo lo que
ahora no veía, cegado como estaba por el presente.

Antes de llegar a la puerta me paré, dispuesta a que allí y entonces acabara todo. No había ninguna razón para que él entrara. Al girarme pude ver en sus ojos azules que la vida iba a serle muy difícil una vez que yo desapareciera, pero el tiempo todo lo cura. No es que las cosas duelan menos, es que el dolor desaparece mucho antes. Yo lo sabía por experiencias pasadas, ahora le tocaba a él aprender esta dura y amarga lección. Hubiera querido explicárselo con palabras pero sólo atiné a mirarle a los ojos y acariciarle la mejilla con mi mano izquierda. Al tocarle sentí que me faltaban las fuerzas y dejé caer la maleta, que golpeó la acera al mismo tiempo que él me abrazaba y se esforzaba por disimular las lágrimas y los temblores, igual que ocurrió aquella primera vez en Madrid, como si fuera un niño grande, vencido por la emoción.

Después de un segundo eterno, se separó un poco, lo justo para decirme: "Adiós, ______, cuídate mucho, por favor". Me acerqué para besarle y acariciarle una vez más, y sacando fuerzas
de donde no las había contesté: "Sí, _________, cuídate tú también, adiós". En realidad hubiera sido mucho mejor decirle que me olvidara cuanto antes, pero lo mejor no es siempre compatible con lo sensato y él no lo hubiera entendido, no entonces, y mucho menos si era yo quien lo decía...

Cogí la maleta y me volví, incapaz de seguir viéndole llorar y avancé dispuesta a no mirar atrás. Sin embargo, un momento antes de llegar a la puerta me traicioné y me volví para verle marchar. Pero lo único que vi era como seguía allí, atesorando los segundos, todos y cada uno hasta el último. Me volví de nuevo y atravesé la puerta sintiendo el descanso de haber cerrado un capítulo más en mi vida, quizás no el más alegre ni del que más satisfecha me sentía, pero al menos había jugado limpio hasta el final. De repente me sorprendí al pensar que, efectivamente, aquello era el final. Sólo que no era el final, era el comienzo, y lo que era más importante, lo era para los dos.


Este relato lo escribí en la Base Aérea de Torrejón, en el verano de 1999, como segunda parte del relato "Despedia (él)". Estuve allí de julio a diciembre, haciendo la mili como alférez y reconozco que hacer la mili con una estrella en cada hombrera es un lujo :-)

1 comment:

Miss Missing said...

Las despedidas... Es lo que más daño me han hecho. Un beso.